viernes, 2 de septiembre de 2011

El sastre más cotizado del centro de Santiago

Rafael Pauli desde hace seis décadas confecciona trajes a medida. Su llegada fue desde Italia a bordo de un barco, contaba de ese entonces con máquina Singer, tijeras y una huincha. Hoy, es uno de los más prestigiosos sastres que quedan en la ciudad.
Esta historia de vida tiene todas las características para ser una gran aventura. Empezando por sus vivencias en la guerra, un viaje al fin del mundo, un poco de suerte y el destino de un hombre forjado gracias a sus manos. Rafael Pauli es uno de los pocos sastres que van quedando en las galerías del centro de Santiago. Sus vivencias las cuenta con un acento italiano, en medio de varias telas importadas y una vieja máquina de coser Singer.
Rafael tiene una estampa de un caballero y 81 años de experiencia, lleva puesto un impecable traje de lana inglesa de un sutil tono azul pizarra y hecho a la medida, que el mismo confeccionó hace 15 años. "Ojalá yo me mantuviera tan bien como este traje", dice, entre risas, mientras saca del bolsillo de su chaqueta un pañuelo de tela para limpiar su cara. Es uno de esos pañuelos que cualquiera quisiera tener guardado en el cajón de esos que ya no existen y que son de antaño.  
Su taller queda ubicado en la galería La Merced, en la esquina de Huérfanos con Miraflores-, Rafael recuerda sus inicios de este oficio en la capital, que se remontan a fines de los años 50. En la vitrina del local se lee: Sastrería Trieste. Corte italiano, Damas y Caballeros.
“Todo comenzó cuando acaba de terminar la Segunda Guerra Mundial y había que buscar algo que hacer para subsistir", cuenta Rafael, quien hizo sus primeros cortes en Trieste, la ciudad que lo vio crecer. Primero, bajo el alero de un sastre que le había hecho un traje a él, luego con otro y así sucesivamente hasta ser lo que hoy es.  

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